El vicepresidente Lyndon Baines Johnson (LBJ) ordenó a asesinar a John Fitzgerald Kennedy (JFK). Así lo sostiene un documental, recientemente emitido en Francia por Canal +. Ambos exponen una investigación realizada por Bernard Nicolas y William Reymond, basada en el libro JFK: Le dernier témoin (Ed. Flammarion), que éste último acaba de publicar junto a Billie Sol Estes, testigo principal de tan tremenda acusación.
Hoy sabemos que el tándem JFK-LBJ fue una alianza anti-natura. Pero resultó imprescindible para que en 1960 los demócratas arrebatasen la presidencia a Nixon y los bien situados republicanos, por un débil margen.
Un año después de que fuesen elegidos, el ministro de Justicia Robert Kennedy comenzó a investigar las turbias relaciones de LBJ, intentando presionar a algunos miembros de su clan texano para que hablaran. Su testigo principal, un importante agricultor texano, murió misteriosamente: su rostro había sido golpeado, había respirado monóxido de carbono y su cuerpo había sido agujereado por cinco balas de un fusil que necesita ser recargado cada vez. La conclusión del sheriff local es que se había «suicidado». Billie Sol Estes declaró, 23 años después ante un Gran Jurado, que aquél fue asesinado por Mac Wallace, quien luego organizaría el atentado contra JFK.
Este millonario afirma ahora haber contribuido a financiar la carrera política y las oscuras manipulaciones de LBJ, como representante de sus intereses. La contabilidad empresarial de Sol demuestra que, a partir de 1959, fueron retiradas por él mismo sumas superiores al medio millón de dólares. En ese momento, Johnson lideraba el Senado y era uno de los hombres más poderosos del país. Confiaba en alcanzar la presidencia y necesitaba mucho dinero para financiar sus campañas.
Sol asegura que –al igual que otros potentados texanos– comenzó a recibir llamadas apremiantes de Cliff Carter, empresario que se convirtió en el estratega político de Johnson, para que aportasen nuevas cantidades en efectivo a sus fondos secretos.
En 1961 Robert Kennedy propuso a Sol ignorar sus fraudes fiscales a cambio de que contase cuanto sabía sobre LBJ. Pero éste prefirió ir a la cárcel antes que poner su vida en grave peligro, confiando en que su amigo Johnson le sacaría de allí rápidamente.
Sol asegura que el 28 de abril 1962 se entrevistó con LBJ durante una hora, en el Air Force Two estacionado en Midland, acompañado por uno de sus abogados y en presencia de Cliff. Quería que le facilitase una lista de quienes conocían la relación entre ambos y prometió librarle de sus problemas legales a cambio de su discreción.
Cuando Reymond y Nicolas investigaron si el AF2 había aterrizado en Austin aquel día, se encontraron con la sorpresa de que todos los informes de la actividad de dicho aeropuerto en la fecha indicada habían sido confiscados como secreto militar, por orden expresa de la Casa Blanca. Y, sin embargo, hay constancia de que ese mismo día LBJ abandonó Washington para asistir en Austin a los funerales del alcalde.
Los dos investigadores encontraron evidencias de que Sol mantuvo buenas relaciones con LBJ y participó en su financiación:
• Los recibos telefónicos del millonario demostraban que, desde finales de los años 50, había realizado numerosas llamadas a Carter, la mayoría coincidiendo con los momentos más críticos de su lucha con Robert Kennedy, así como otras muchas a los números telefónicos de LBJ.
• Tuvieron acceso a 19 cartas que corroboraban esta relación, las dos últimas fechadas cuando los problemas legales de Sol eran evidentes. Seis de ellas confirmaban la intervención de LBJ a su favor en sus problemas con el departamento de Agricultura. En una, el vicepresidente le invitaba a pasar el fin de semana en su rancho texano.
• Según sus cuentas bancarias, había retirado grandes cantidades de dinero en vísperas de cada uno de sus viajes a Washington, algunos de ellos coincidentes con recepciones organizadas por LBJ… (Continúa en monográfico “Grandes conspiraciones).