Todos conocemos que el planeta Saturno se encuentra rodeado de un halo, aunque este no pueda detectarse a simple vista desde la Tierra.
Al parecer es el grupo de
anillos planetarios más extenso del Sistema Solar. En realidad no está constituido por una serie de anillos pequeños, como puede pensarse, sino que es un disco anular concéntrico con máximos y mínimos de brillo e intensidad.
Interior del disco saturnino
Si hiciéramos un corte transversal en los anillos de Saturno veríamos que se componen de múltiples partículas de variado tamaño que forman especies de grumos y orbitan alrededor del planeta. Su tamaño es variable, va de micras hasta alcanzar los metros.
La constitución de estas partículas es muy sencilla: se trata de hielo de agua contaminado con polvo y algún que otro compuesto químico.
Se cree que la pureza y el brillo de este hielo es una evidencia de que este disco es mucho más joven que Saturno, probablemente 100 millones de años.
Entre los anillos hay bastante espacio, dos lagunas han sido creadas por lunas conocidas incrustadas dentro del disco y el resto son áreas de desestabilización orbital causadas por las lunas saturninas.
Precisamente estos fenómenos son responsables de la longevidad de algunos de los anillos del planeta.
Origen de los anillos
Hay dos hipótesis sobre el origen de estas estructuras planetarias:
- Los anillos fueron una vez una luna, cuya órbita fue decayendo hasta aproximarse tanto al planeta que fue destrozado por la fuerza de sus mareas. Una variante de esta teoría plantea que la luna fue destrozada por un asteroide o cometa. En ambos casos quedarían fragmentos que terminaron formando el disco saturnino.
- Los anillos no serían parte de luna alguna, sino restos de la materia original que componía la nebulosa donde se formó el planeta.
Independientemente del origen que hayan tenido, se cree que la estructura básica de los anillos de Saturno está conformada por partículas que se agrupan y luego son dispersadas por impactos externos.
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