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Egipto: signos y símbolos de lo sagrado -Entradas letra E-
Última actualización el 14 de Abril de 2011
ÉBANO
Originario del Este de África, su dura madera, negra (con la corteza gris) siempre fue muy apreciada por los egipcios. Se denominó por los egipcioshbny de donde, curiosamente, procede la palabra inglesa "ebony".
Por su asociación con el color negro, se empleó para la fabricación de una gran cantidad de muebles y estatuas de tipo funerario y se relacionó con el trono de Ra, cuando éste se encuentra a la cabeza de la Enéada .
Por su asociación con el color negro, se empleó para la fabricación de una gran cantidad de muebles y estatuas de tipo funerario y se relacionó con el trono de Ra, cuando éste se encuentra a la cabeza de la Enéada .
ELECTRUM
Como es evidente, la palabra "electrum" procede del latín, a partir de un vocablo griego (elektron).
El electrum era una aleación muy utilizada por los antiguos egipcios, compuesta de oro y plata. Es una aleación natural, frecuente en los depósitos aluviales de oro.
Según Plinio (XXXIII:23) cuando la aleación tenía menos de un 20% de plata se la denominaba oro, mientras que cuando el contenido era superior se consideraba electrum.
Su color es más claro que el oro y se empleó, entre otras cosas para recubrir la parte alta de los obeliscos e incluso parece que algunos fueron recubiertos en su totalidad.
Por su color y por emplearse como recubrimiento de obeliscos, el electrum podía tener cierta conexión con la luminosidad del Sol.
El electrum era una aleación muy utilizada por los antiguos egipcios, compuesta de oro y plata. Es una aleación natural, frecuente en los depósitos aluviales de oro.
Según Plinio (XXXIII:23) cuando la aleación tenía menos de un 20% de plata se la denominaba oro, mientras que cuando el contenido era superior se consideraba electrum.
Su color es más claro que el oro y se empleó, entre otras cosas para recubrir la parte alta de los obeliscos e incluso parece que algunos fueron recubiertos en su totalidad.
Por su color y por emplearse como recubrimiento de obeliscos, el electrum podía tener cierta conexión con la luminosidad del Sol.
ELEMENTOS DEL SER HUMANO
Al parecer de los egipcios el ser humano estaba formado por una serie de elementos, unos materiales y otros inmateriales. Dichos elementos son difíciles de comprender porque algunos difieren mucho de nuestras concepciones actuales y de nuestra mentalidad moderna pero, además, hay otra dificultad añadida: no hay una palabra concreta que sirva para designarlos. Entre los elementos más importantes tenemos el cuerpo físico, el corazón, el anj, el ka, el nombre, la sombra y las energías sejem y heka.
El cuerpo físico
Era aquel que debía ser momificado y que los egipcios denominaron Jat. Para disfrutar de una vida inmortal en el Más Allá, era necesario que al fallecer se sometiera el cuerpo a un proceso de deshidratación (inducida por natrón) que facilitaría su pervivencia incorrupta. Este acontecimiento pretendía rememorar, en el cuerpo de cada difunto, los mismos ritos que se habían celebrado a la muerte de Osiris, facultando así su vida eterna e imitando de forma artificial la desecación natural que se producía en el Predinástico, cuando los cuerpos eran enterrados directamente en la arena. Con la inclusión de sarcófagos y de salas en la tumba, el aire penetró en el enterramiento y esto produjo que en los cuerpos se desencadenase el proceso de putrefacción. Fue entonces cuando los egipcios sintieron la necesidad de “inventar” un método artificial que obtuviera la “incorruptibilidad” del soporte material que habían tenido en vida y que iban a seguir utilizando tras la muerte.
El cuerpo servia de soporte al Ka y este elemento espiritual necesitaba reconocer el lugar al que había pertenecido.
El cuerpo servia de soporte al Ka y este elemento espiritual necesitaba reconocer el lugar al que había pertenecido.
El corazón
Era la víscera más importante del hombre y como tal no se retiraba del interior del cuerpo en el proceso de la embalsamamiento. Los egipcios le denominaron ib o haty. El corazón cumplía funciones similares a las que hoy sabemos realiza el cerebro. Era la sede de los pensamientos, tanto buenos como malos, el que proporcionaba la libertad de acción y el responsable de los actos que se cometían en la tierra. Como tal, era el que debía ser juzgado en el Más Allá en la “Sala de las dos verdades”, presidida por Osiris. Allí, en una balanza se pesaba, actuando como contrapeso la pluma de la justicia que encarnaba a la diosa Maat. En el caso de que el corazón fuera más pesado que la pluma, inmediatamente sería devorado por un “monstruo”, la diosa Ammyt, eliminando toda posibilidad de vida eterna. Para garantizar el paso por el mencionado tribunal y como medida de seguridad, sobre el cuerpo de la momia se colocaba un escarabajo, denominado “escarabeo o escarabajo de corazón”, que llevaba grabado el capítulo 30 del Libro de los Muertos, así se conseguía que éste no testificara en contra del fallecido, delatando los “pecados” que había cometido en la tierra. El poder del corazón incumbía también labores creadoras y como tal lo encontramos en la llamada Teología Menfita, en la cual el dios Ptah crea gracias a haber “pensado” con el corazón”.
El aj
El ibis crestado es el animal que sirvió para representar el determinativo de este concepto espiritual vinculado a la “luz”, que también puede manifestarse como una momia. Se entiende como una parte del ser luminosa, con el espíritu transfigurado del difunto en contraste con el fin de la existencia. Es una fuerza exclusivamente funeraria ligada a las estrellas, interpretadas como formas de vida tras la muerte, sobre todo, en el Reino Antiguo, por ello, es una de las formas, el medio que el difunto dispone y desea tomar para ascender al cielo y unirse a las estrellas circumpolares que nunca se ponen, que en Egipto se asociaron a las “almas” de los fallecidos. Su aparición se producía al reunirse el ka y el ba, con los que coexistía, pero algunos autores piensan que podía formarse gracias a la unión entre el ba y el cuerpo. En cualquier caso se vinculó a la resurrección y la inmortalidad. Este elemento también lo tenían los dioses como se desprende en algunos capítulos del Libro de los Muertos.
El ka
Era uno de los elementos espirituales del hombre. Se representó mediante dos brazos que se elevan verticalmente formando un ángulo recto y que terminan en manos. Pese a haber sido traducido de forma incorrecta como “espíritu”, este elemento es el que posibilitaba la vida del individuo y como tal lo tenían tanto los vivos como los difuntos o los dioses. Se creaba a la vez que el cuerpo, como un elemento gemelo.
El Ka necesitaba alimentación y bebida para subsistir tras la muerte, así como contar con elementos materiales que pudiera reconocer tras la muerte: el cuerpo o una estatua. Por ello, como habitáculo del ka, el egipcio momificaba el cuerpo y colocaba estatuas que reproducían sus facciones en el momento de mayor esplendor físico. Sin embargo el ka no tenía movilidad y necesitaba al ba para poder alcanzar la parte espiritual de las ofrendas que se entregaban diariamente en el culto funerario. La eliminación del ka suponía la muerte definitiva y la imposibilidad de disfrutar de vida eterna. Para los egipcios los templos, los dioses, las tumbas, etc, también disponían de ka.
El Ka necesitaba alimentación y bebida para subsistir tras la muerte, así como contar con elementos materiales que pudiera reconocer tras la muerte: el cuerpo o una estatua. Por ello, como habitáculo del ka, el egipcio momificaba el cuerpo y colocaba estatuas que reproducían sus facciones en el momento de mayor esplendor físico. Sin embargo el ka no tenía movilidad y necesitaba al ba para poder alcanzar la parte espiritual de las ofrendas que se entregaban diariamente en el culto funerario. La eliminación del ka suponía la muerte definitiva y la imposibilidad de disfrutar de vida eterna. Para los egipcios los templos, los dioses, las tumbas, etc, también disponían de ka.
El ba
Es otro de los elementos espirituales que formaban al hombre y que también fue mal traducido como “alma”. Estamos ante una fuerza exclusivamente funeraria y que tenía movilidad. Gracias al ba, el ka recibía la esencia de las ofrendas ya que este último era el que podía desplazarse hasta las mesas de ofrenda para “absorber” su sustancia espiritual y hacerla llegar al ka. El ba se representó mediante la imagen de un halcón con cabeza humana que reproducía los rasgos del difunto. Encarnó la posibilidad del fallecido para desplazarse tras la muerte y gracias a él el difunto podía convertirse en cualquier forma y tomar cualquier apariencia que pudiera necesitar.
En el momento de la muerte el ba abandonaba el cuerpo y ascendía al cielo, pero al llegar la noche debía retornar a la tumba para descansar en el cuerpo. Además, el ba podía salir de la tumba y deambular a su antojo. Era él el que salía a través de la Estela de Falsa Puerta y visitaba la tierra que el difunto había amado, pero no era parte indisoluble del hombre sino que formaba uno de los elementos del ser. Es decir, que pese a no tener una dependencia total del cuerpo del individuo, sí lo necesitaba en algunos momentos.
Como ocurre con el ka, según el pensamiento de los egipcios, los dioses, los templos, las estatuas y las tumbas también tenían ba e, incluso, algunos animales que sirvieron como manifestación divina de divinidades concretas fueron entendidos como el ba de esos dioses ya que recibían las ofrendas terrenales destinadas a ellos.
En el momento de la muerte el ba abandonaba el cuerpo y ascendía al cielo, pero al llegar la noche debía retornar a la tumba para descansar en el cuerpo. Además, el ba podía salir de la tumba y deambular a su antojo. Era él el que salía a través de la Estela de Falsa Puerta y visitaba la tierra que el difunto había amado, pero no era parte indisoluble del hombre sino que formaba uno de los elementos del ser. Es decir, que pese a no tener una dependencia total del cuerpo del individuo, sí lo necesitaba en algunos momentos.
Como ocurre con el ka, según el pensamiento de los egipcios, los dioses, los templos, las estatuas y las tumbas también tenían ba e, incluso, algunos animales que sirvieron como manifestación divina de divinidades concretas fueron entendidos como el ba de esos dioses ya que recibían las ofrendas terrenales destinadas a ellos.
El nombre
Realmente fue un elemento importantísimo. Para los egipcios la falta de un nombre concreto implicaba directamente la no existencia y por ello tanto los reyes, como los personajes privados o los dioses, hicieron inscribir los suyos sobre toda clase de soportes.
El nombre llevaba implícito la esencia del ser y como tal era un instrumento poderoso. Como medida de seguridad los dioses contaban con nombres secretos, para protegerse de otros dioses que, conociendo, su verdadera identidad podrían hacerse con un mayor poder.
Todo en Egipto debía poseer un nombre propio para tener una existencia real: tumbas, templos, hombres, animales y plantas (como manifestaciones divinas), etc.
Cuando los egipcios querían eliminar de forma mágica a un personaje que había reinado se limitaban a borrar el jeroglífico que contenía su nombre de todos los lugares donde se había inscrito entendiéndose que de este modo se restauraba el orden que en algún momento se había roto. Así ocurrió por ejemplo, con Hatshepsut, Ajenatón. Eliminar el nombre de un antecesor sobre la superficie de un templo o de una estatua y colocar del usurpador en su lugar, llevaba a que ese soporte material pasara de forma mágica a ser propiedad automática del segundo.
El nombre llevaba implícito la esencia del ser y como tal era un instrumento poderoso. Como medida de seguridad los dioses contaban con nombres secretos, para protegerse de otros dioses que, conociendo, su verdadera identidad podrían hacerse con un mayor poder.
Todo en Egipto debía poseer un nombre propio para tener una existencia real: tumbas, templos, hombres, animales y plantas (como manifestaciones divinas), etc.
Cuando los egipcios querían eliminar de forma mágica a un personaje que había reinado se limitaban a borrar el jeroglífico que contenía su nombre de todos los lugares donde se había inscrito entendiéndose que de este modo se restauraba el orden que en algún momento se había roto. Así ocurrió por ejemplo, con Hatshepsut, Ajenatón. Eliminar el nombre de un antecesor sobre la superficie de un templo o de una estatua y colocar del usurpador en su lugar, llevaba a que ese soporte material pasara de forma mágica a ser propiedad automática del segundo.
La sombra
Es curioso pero no extraño, que la sombra sea una de las partes del ser y que esté representada en un buen número de monumentos funerarios. En momentos puntuales puede estar acompañada del ba, pese a estar tradicionalmente unida a la tierra. Los egipcios la denominaron shuyt. Se representó mediante una forma humana de color negro y fue un elemento de protección muy eficaz. Los habitantes del Valle del Nilo entendieron que era una especie de doble en negativo del hombre, totalmente semejante a él y especialmente rápido
El sejem
Bajo este nombre encontramos dos conceptos: un cetro y una “fuerza” inherente al hombre. En este sentido personifica la energía del espíritu divino, es decir, del fallecido convertido en un dios.
El heka
También bajo este nombre encontramos tres conceptos: un cetro, un dios y una “fuerza”, que en este caso está asociada a la magia. El difunto precisaba esta fuerza energética, que provenía de su propia personalidad, para defenderse de los enemigos que pudieran querer interrumpir su paso por el peligroso mundo del Más Allá, antes de alcanzar la sala donde su corazón debía ser.
ENÉADA
Ennea es la palabra griega que sirve para designar un grupo de nueve cosas. De esta voz deriva la que actualmente utilizamos con el mismo sentido y en la mitología egipcia sirve para hablar de un conjunto de dioses agrupados que forman una "familia" divina. Este grupo fue denominado por los antiguos egipciospesdyet.
La más importante y la única que realmente agrupa a nueve deidades fue la de la ciudad de Heliópolis en contraposición con Hermópolis con 8 dioses, Menfis cuyos componentes son los miembros y los órganos del dios Ptah (su corazón, su lengua, etc) o Tebas, donde la Enéada de Karnak en tiempos de Hatshepsut incluía a Amón, Montu, Atum, Shu, Tefnut, Gueb, Nut, Osiris, Isis, Seth, Neftis, Sobek, Hathor, Tyenenet e Iunit, un total de 15 entidades divinas.
Detengámonos en la enéada canónica, es decir la de Heliópolis, para ver su estructura. A la cabeza se encontraba el dios solar Ra (o Atum) que con su saliva o mediante la masturbación (según los textos) había creado una primera pareja llamada Shu, el aire y Tefnut, la humedad. De ellos nacieron, Gueb, la tierra y Nut, la bóveda celeste y, de éstos, Osiris, Isis, Set y Neftis. Así encontramos la creación del "uno" que se convierte en "muchos" en una multiplicación sin límite. Y, para enfatizar las características agresivas de Seth, en los textos se dice que nació del costado de Nut, de una forma violenta.
En esta concepción era muy importante la dualidad y este hecho queda plasmado en la propia formación de las parejas divinas, compuestas por un miembro estático y otro dinámico en cada generación. Así, el Sol crea parejas que a su vez dan a luz a otro par de deidades, naciendo al final un grupo de cuatro dioses (Osiris, Isis, Seth y Neftis) fruto de la última generación (Shu y Tefnut). Las cuatro últimas deidades se citan en los textos como dos parejas de niños. Ésta era la Gran Enéada, que en esquema estaría formada del modo siguiente.
La más importante y la única que realmente agrupa a nueve deidades fue la de la ciudad de Heliópolis en contraposición con Hermópolis con 8 dioses, Menfis cuyos componentes son los miembros y los órganos del dios Ptah (su corazón, su lengua, etc) o Tebas, donde la Enéada de Karnak en tiempos de Hatshepsut incluía a Amón, Montu, Atum, Shu, Tefnut, Gueb, Nut, Osiris, Isis, Seth, Neftis, Sobek, Hathor, Tyenenet e Iunit, un total de 15 entidades divinas.
Detengámonos en la enéada canónica, es decir la de Heliópolis, para ver su estructura. A la cabeza se encontraba el dios solar Ra (o Atum) que con su saliva o mediante la masturbación (según los textos) había creado una primera pareja llamada Shu, el aire y Tefnut, la humedad. De ellos nacieron, Gueb, la tierra y Nut, la bóveda celeste y, de éstos, Osiris, Isis, Set y Neftis. Así encontramos la creación del "uno" que se convierte en "muchos" en una multiplicación sin límite. Y, para enfatizar las características agresivas de Seth, en los textos se dice que nació del costado de Nut, de una forma violenta.
En esta concepción era muy importante la dualidad y este hecho queda plasmado en la propia formación de las parejas divinas, compuestas por un miembro estático y otro dinámico en cada generación. Así, el Sol crea parejas que a su vez dan a luz a otro par de deidades, naciendo al final un grupo de cuatro dioses (Osiris, Isis, Seth y Neftis) fruto de la última generación (Shu y Tefnut). Las cuatro últimas deidades se citan en los textos como dos parejas de niños. Ésta era la Gran Enéada, que en esquema estaría formada del modo siguiente.
También en la misma ciudad existió la denominada Pequeña Enéada de Heliópolis. Era una agrupación inestable que englobaba a dioses que habían sobrepasado los límites de su propia provincia pero que no tenían cabida en la Gran Enéada, variando en función de los intereses teológicos de cada momento. Entre ellos destacaríamos por supuesto a Horus pero también citaremos a Thot, Anubis y Maat.
ERIZO
Aunque no frecuente, los erizos también se encuentran entre los animales que los egipcios escogieron para representar algún concepto de tipo mágico-protector desde períodos muy tempranos. Ya a mediados de Nagada II encontramos vasos que imitan a este mamífero. En el Reino Antiguo se encuentra adornando la proa y la popa de algunas barcas como por ejemplo la registrada en la tumba de Pepi anj her ib, de la dinastía V, en Meir.
No podemos saber con certeza cual fue el motivo para elegir a este animal, pero de lo que no cabe duda es que tiene muchas características que pudieron ser tenidas en cuenta. Por un lado es un especialista en aprovisionar alimentos, por otro tiene la capacidad de aletargamiento cuando bajan las temperaturas, hecho que bien pudo relacionarse con el renacimiento. Además su talento para vivir en un medio tan hostil como es el desierto, convirtiéndose en un vencedor nato de las fuerzas del mal que habitaban en estas tierras estériles junto su habilidad para devorar algunas serpientes fueron aspectos que pudieron interpretarse desde un punto de vista divino. Finalmente, el aspecto exterior de su cuerpo, cubierto de púas puntiagudas, que le hacen capaz de defenderse con una magnífica eficacia, la facilidad para hacerse un ovillo cuando se siente atacado, dejando su cuerpo convertido en una bola espinosa, fueron sin duda otros de los motivos para que los egipcios se fijaran el él también pudieron reflejarse en el terreno mitológico. ¿Qué mejor aspecto podía tomar el fallecido para defenderse de los genios del mal que quisieran acosarle en el Más Allá?.
Según Osborn y Osbornová (1998) en la Dinastía XXVI en el oasis de Bahariya (tumba de Ba-n-nentin) existe una representación de una diosa llamada Ab´as que lleva uno de estos mamíferos sobre la cabeza.
No podemos saber con certeza cual fue el motivo para elegir a este animal, pero de lo que no cabe duda es que tiene muchas características que pudieron ser tenidas en cuenta. Por un lado es un especialista en aprovisionar alimentos, por otro tiene la capacidad de aletargamiento cuando bajan las temperaturas, hecho que bien pudo relacionarse con el renacimiento. Además su talento para vivir en un medio tan hostil como es el desierto, convirtiéndose en un vencedor nato de las fuerzas del mal que habitaban en estas tierras estériles junto su habilidad para devorar algunas serpientes fueron aspectos que pudieron interpretarse desde un punto de vista divino. Finalmente, el aspecto exterior de su cuerpo, cubierto de púas puntiagudas, que le hacen capaz de defenderse con una magnífica eficacia, la facilidad para hacerse un ovillo cuando se siente atacado, dejando su cuerpo convertido en una bola espinosa, fueron sin duda otros de los motivos para que los egipcios se fijaran el él también pudieron reflejarse en el terreno mitológico. ¿Qué mejor aspecto podía tomar el fallecido para defenderse de los genios del mal que quisieran acosarle en el Más Allá?.
Según Osborn y Osbornová (1998) en la Dinastía XXVI en el oasis de Bahariya (tumba de Ba-n-nentin) existe una representación de una diosa llamada Ab´as que lleva uno de estos mamíferos sobre la cabeza.
ESCALERA
Copyright Alain Guilleux Une promenade en EgypteLa escalera es un símbolo que se repite incesablemente tanto en la iconografía egipcia como en otras culturas (por ejemplo, la Escala de Jacob, en la Biblia, túmulos escalonados, en el mundo griego, etc) y siempre está relacionada con conceptos de ascensión y resurrección, es decir, como un instrumento para ascender a los cielos, como una forma de ir de un lugar a otro, de un estado al superior, del mundo de los muertos al de los vivos, para conducir al difunto al lugar donde se encuentran los dioses. Por ello está relacionada con la resurrección y se encuentra implícita en gran cantidad de objetos y monumentos. La escalera se empleó como modelo para construir la pirámide del rey Dyeser en Sakkara, como base en algunas estatuas, como apoyo simbólico de estatuas, dibujada en los papiros e, incluso como amuleto.
Además simbolizó la colina primordial, montículo emergido de las aguas originales gracias a la acción del dios Sol, lugar donde surgió la creación, donde emergió la vida. Por esta colina el difunto podía alcanzar su meta: el cielo.
Por otro lado, la escalera de 14 escalones también sirvió para representar el ciclo de la Luna (la Luna creciente), situándose en cada escalón una divinidad que lleva en sus manos un Ojo Udyat. Cada dios o diosa representa una parte del ojo que, al completarse, logra el ciclo de 28 días, es decir, el ciclo lunar.
Además simbolizó la colina primordial, montículo emergido de las aguas originales gracias a la acción del dios Sol, lugar donde surgió la creación, donde emergió la vida. Por esta colina el difunto podía alcanzar su meta: el cielo.
Por otro lado, la escalera de 14 escalones también sirvió para representar el ciclo de la Luna (la Luna creciente), situándose en cada escalón una divinidad que lleva en sus manos un Ojo Udyat. Cada dios o diosa representa una parte del ojo que, al completarse, logra el ciclo de 28 días, es decir, el ciclo lunar.
ESCARABAJO
Los egipcios adoraron al escarabajo como la manifestación terrenal del Sol en su nacimiento y le llamaron Jepri. Simbolizaba "venir a la existencia" es decir, existir. También se asocia con una vida larga y en este sentido, se vincula al difunto, a su capacidad de regeneración.
El hecho de que este coleóptero ponga los huevos en una masa de estiércol, allí se incuben y, aparentemente de forma espontánea (mediante una supuesta autocreación) surjan nuevos escarabajos, se puso en paralelo con el nacimiento del Sol y con un concepto de metamorfosis. Además, este insecto empuja la bola de excremento, hecho que se puso en relación con la idea de que era el insecto el responsable de arrastrar el disco solar hasta que se produjera el nacimiento del astro en la mañana.
El escarabajo fue una divinidad eminentemente masculina, pero de forma curiosa, hacia el 3.000 a.C también lo encontramos como representante de la diosa Neith. Sin embargo, en este caso no es elAteuchus sacer el que se escogió para la diosa sino otro escarabajo de la familia de los elatéridos que podría ser el Agrypnus notodonta. Éste es posible que tenga que ver con la función creadora de Neith y con el hecho reflejado en los textos romanos de Esna, que recogen una tradición remota cuando recuerdan que esta diosa, aun siendo una entidad "femenina", se considera dos tercios masculina y un tercio femenina, siendo posible por ello que realice la actividad creadora en el comienzo de los tiempos.
La forma iconográfica de este animal, con fines funerarios, ha recibido, en la Glíptica, el nombre de escarabeo, mientras que cuando se reproduce una estilización del escarabajo, sin que tengan los detalles anatómicos del mismo, se denomina escaraboide pudiendo adoptar la forma de placa, pastilla, botón, etc.
Los primeros escarabeos de finales del Reino Antiguo, carecían de cualquier tipo de inscripción y no tenían connotaciones funerarias. En el Reino Medio empezaron a usarse con más asiduidad y durante el Reino Nuevo se conviertieron en un elemento imprescindible. Se graban en la base una serie de inscripciones y se emplean como sellos. Por otro lado, sabemos que durante el Reino Nuevo algunos se usaron para conmemorar actos reales importantes, como vehículo de propaganda regia, y que otros se integraron como parte, desde entonces, imprescindible en el ámbito funerario. El escarabajo, en este momento, es el símbolo del renacimiento.
Entre los escarabeos más importantes ya hemos aludido a los imprescindibles "escarabeos" de corazón, que se incluyeron en la momia a partir del Reino Medio como teórico sustituto del corazón. La idea era grabar en el dorso un texto mágico religioso, el Capítulo 30 del "Libro de los Muertos", por el cual se lograba que este órgano del cuerpo, sede de los actos en la tierra, no testificara en contra del difunto en el momento de ser pesado en la balanza, ya que en ella se determinaría si el fallecido era merecedor de una vida futura.
Otro tipo de escarabajo, el Steraspis squamosa, se representó desde el Reino Antiguo, sobre todo en piezas de joyería. Éste es el coleóptero que pende del collar de la reina Hetheferes, conservado en Boston. En opinión de Kritsky (1993) podría haber estado relacionado con Osiris, ya que estos animales se alimentan del tamarisco, y éste fue uno de los árboles en los que se entendió que quedó varado el cuerpo de Osiris cuando fue asesinado y lanzado al río por su hermano Seth. De este modo, el Steraspis squamosa podría simbolizar también el renacimiento.
El escarabajo Tenebrionido también fue representado. Estos insectos tiene la capacidad de esconder sus patas y envolverse en una especie de sudario cuando se siente amenazado, y permanecer en esta postura durante un tiempo. Su similitud con una momia pudo ser la causa de representación (Kritsky 1993). Un claro ejemplo de este insecto es un collar con colgantes en forma de Tenebrionido encontrado en Guiza, datable a finales de la Dinastía IV o comienzos de la V que hoy se encuentra en el Museo de El Cairo (JE 72334).
Finalmente, el escarabajo rinoceronte o Orycter nasicornis se encuentra entre los objetos que nos ha legado del Antiguo Egipto. De este modo un pequeño sarcófago de bronce que hoy se encuentra en el Museo del Louvre (E 3957) muestra a uno de estos animales. Es de Época Ptolemaica y tiene una inscripción que lo relaciona con Ra.
El éxito iconográfico de este amuleto, así como de otros talismanes egipcios (Nefertum, Bes, etc) transcendió el ámbito nilótico, expandiéndose su uso por el Mediterráneo semítico (fenicios, cartagineses) y prerromano (etruscos, íberos), llegando a confines lejanos (desde el Sudán meroítico a los Balcanes Adiguea-).
El hecho de que este coleóptero ponga los huevos en una masa de estiércol, allí se incuben y, aparentemente de forma espontánea (mediante una supuesta autocreación) surjan nuevos escarabajos, se puso en paralelo con el nacimiento del Sol y con un concepto de metamorfosis. Además, este insecto empuja la bola de excremento, hecho que se puso en relación con la idea de que era el insecto el responsable de arrastrar el disco solar hasta que se produjera el nacimiento del astro en la mañana.
El escarabajo fue una divinidad eminentemente masculina, pero de forma curiosa, hacia el 3.000 a.C también lo encontramos como representante de la diosa Neith. Sin embargo, en este caso no es elAteuchus sacer el que se escogió para la diosa sino otro escarabajo de la familia de los elatéridos que podría ser el Agrypnus notodonta. Éste es posible que tenga que ver con la función creadora de Neith y con el hecho reflejado en los textos romanos de Esna, que recogen una tradición remota cuando recuerdan que esta diosa, aun siendo una entidad "femenina", se considera dos tercios masculina y un tercio femenina, siendo posible por ello que realice la actividad creadora en el comienzo de los tiempos.
La forma iconográfica de este animal, con fines funerarios, ha recibido, en la Glíptica, el nombre de escarabeo, mientras que cuando se reproduce una estilización del escarabajo, sin que tengan los detalles anatómicos del mismo, se denomina escaraboide pudiendo adoptar la forma de placa, pastilla, botón, etc.
Los primeros escarabeos de finales del Reino Antiguo, carecían de cualquier tipo de inscripción y no tenían connotaciones funerarias. En el Reino Medio empezaron a usarse con más asiduidad y durante el Reino Nuevo se conviertieron en un elemento imprescindible. Se graban en la base una serie de inscripciones y se emplean como sellos. Por otro lado, sabemos que durante el Reino Nuevo algunos se usaron para conmemorar actos reales importantes, como vehículo de propaganda regia, y que otros se integraron como parte, desde entonces, imprescindible en el ámbito funerario. El escarabajo, en este momento, es el símbolo del renacimiento.
Entre los escarabeos más importantes ya hemos aludido a los imprescindibles "escarabeos" de corazón, que se incluyeron en la momia a partir del Reino Medio como teórico sustituto del corazón. La idea era grabar en el dorso un texto mágico religioso, el Capítulo 30 del "Libro de los Muertos", por el cual se lograba que este órgano del cuerpo, sede de los actos en la tierra, no testificara en contra del difunto en el momento de ser pesado en la balanza, ya que en ella se determinaría si el fallecido era merecedor de una vida futura.
Otro tipo de escarabajo, el Steraspis squamosa, se representó desde el Reino Antiguo, sobre todo en piezas de joyería. Éste es el coleóptero que pende del collar de la reina Hetheferes, conservado en Boston. En opinión de Kritsky (1993) podría haber estado relacionado con Osiris, ya que estos animales se alimentan del tamarisco, y éste fue uno de los árboles en los que se entendió que quedó varado el cuerpo de Osiris cuando fue asesinado y lanzado al río por su hermano Seth. De este modo, el Steraspis squamosa podría simbolizar también el renacimiento.
El escarabajo Tenebrionido también fue representado. Estos insectos tiene la capacidad de esconder sus patas y envolverse en una especie de sudario cuando se siente amenazado, y permanecer en esta postura durante un tiempo. Su similitud con una momia pudo ser la causa de representación (Kritsky 1993). Un claro ejemplo de este insecto es un collar con colgantes en forma de Tenebrionido encontrado en Guiza, datable a finales de la Dinastía IV o comienzos de la V que hoy se encuentra en el Museo de El Cairo (JE 72334).
Finalmente, el escarabajo rinoceronte o Orycter nasicornis se encuentra entre los objetos que nos ha legado del Antiguo Egipto. De este modo un pequeño sarcófago de bronce que hoy se encuentra en el Museo del Louvre (E 3957) muestra a uno de estos animales. Es de Época Ptolemaica y tiene una inscripción que lo relaciona con Ra.
El éxito iconográfico de este amuleto, así como de otros talismanes egipcios (Nefertum, Bes, etc) transcendió el ámbito nilótico, expandiéndose su uso por el Mediterráneo semítico (fenicios, cartagineses) y prerromano (etruscos, íberos), llegando a confines lejanos (desde el Sudán meroítico a los Balcanes Adiguea-).
ESCORPIÓN
El escorpión es un arácnido muy corriente en Egipto y se entendía como un animal femenino.
Aparece representado en momentos muy tempranos, ya en Nagada II encontramos vasos que adoptan la forma de este animal. Más tarde, un soberano del periodo de Nagada III empleó al escorpión como distintivo de su propio nombre, quizá queriendo tomar para sí los poderes del arácnido, o quizá porque ya fuera una divinidad en el Predinástico.
Como otros animales venenosos fue venerado con dos sentidos aparentemente opuestos: como aspecto del mal y como deidad protectora con cualidades para sanar.
La realidad de observar a la hembra cuidando y transportando durante un tiempo las crías sobre su espalda hizo que se pusiera al animal en conexión con la "madre del difunto" y que se empleara como entidad funeraria con notables cualidades protectoras. Así el escorpión se convirtió en una diosa protectora muy ligada tanto a los vivos como a los muertos. Tal es el caso de la diosa madre de Horus y de algunos de los escorpiones que la acompañaban (Hededet, Selkis, Tabitet); simbolizaban aspectos diversos de la madre del dios halcón. Por otro lado también se relacionó con el hijo de Isis, el dios Horus, y con Shed, ya que tanto el uno como el otro poseían la magia de "cauterizar" su veneno al estar implicados en una leyenda en la que fueron picados por estos animales peligrosos.
Precisamente por esta razón los egipcios se erigían unas estelas y figuras, llamadas "Horus sobre los cocodrilos" donde el dios aparece a modo de "Señor de las Bestias". En sus manos sujeta serpientes, escorpiones y otros animales venenosos o potencialmente peligrosos y está en pie sobre uno o dos cocodrilos. El grupo se cubría con fórmulas mágicas y sobre el conjunto se derramaba agua. Ésta, en contacto con las figuras y las fórmulas mágicas, adquiría poderes extraordinarios que tenían la cualidad de sanar a todo aquel que sufriera la misma dolencia.
En Egipto existió una rama profesional vinculada al clero llamada los Sheduehet, encargados de echar a los escorpiones de los templos.
Aparece representado en momentos muy tempranos, ya en Nagada II encontramos vasos que adoptan la forma de este animal. Más tarde, un soberano del periodo de Nagada III empleó al escorpión como distintivo de su propio nombre, quizá queriendo tomar para sí los poderes del arácnido, o quizá porque ya fuera una divinidad en el Predinástico.
Como otros animales venenosos fue venerado con dos sentidos aparentemente opuestos: como aspecto del mal y como deidad protectora con cualidades para sanar.
La realidad de observar a la hembra cuidando y transportando durante un tiempo las crías sobre su espalda hizo que se pusiera al animal en conexión con la "madre del difunto" y que se empleara como entidad funeraria con notables cualidades protectoras. Así el escorpión se convirtió en una diosa protectora muy ligada tanto a los vivos como a los muertos. Tal es el caso de la diosa madre de Horus y de algunos de los escorpiones que la acompañaban (Hededet, Selkis, Tabitet); simbolizaban aspectos diversos de la madre del dios halcón. Por otro lado también se relacionó con el hijo de Isis, el dios Horus, y con Shed, ya que tanto el uno como el otro poseían la magia de "cauterizar" su veneno al estar implicados en una leyenda en la que fueron picados por estos animales peligrosos.
Precisamente por esta razón los egipcios se erigían unas estelas y figuras, llamadas "Horus sobre los cocodrilos" donde el dios aparece a modo de "Señor de las Bestias". En sus manos sujeta serpientes, escorpiones y otros animales venenosos o potencialmente peligrosos y está en pie sobre uno o dos cocodrilos. El grupo se cubría con fórmulas mágicas y sobre el conjunto se derramaba agua. Ésta, en contacto con las figuras y las fórmulas mágicas, adquiría poderes extraordinarios que tenían la cualidad de sanar a todo aquel que sufriera la misma dolencia.
En Egipto existió una rama profesional vinculada al clero llamada los Sheduehet, encargados de echar a los escorpiones de los templos.
ESCRITURA
La escritura convertía en inmutable lo escrito. Así, la descripción (en templos y tumbas) de rituales, epítetos y cultos concretos aseguraban la pervivencia eterna de dichos ritos y cultos, por el mero hecho de haber sido registrados.
En el Antiguo Egipto existieron tres tipos de escritura: jeroglífica, hierática y demótica.
La jeroglífica fue utilizada desde la Dinastía I al Periodo Grecorromano y se empleaba para textos oficiales, funerarios y religiosos. Por ello aparece en tumbas, templos y papiros estructurada armónicamente, ya que la ubicación de sus símbolos y signos tenían una importancia vital para proporcionarles armonía y estética.
Como escritura sagrada, tenía un sentido mágico, a veces críptico. No estaba al alcance de toda la población, ni siquiera de la mayoría de los personajes más cultos, ni de todos los miembros del clero. Tuvo unos 7.000 signos a lo largo de la historia y una gramática compleja por lo que muy presumiblemente pudo ser del conocimiento de unos pocos y de aquellos que se iniciaban en "la Casa de la Vida", una especie de escuela localizada en los principales templos cuyo paralelo en nuestros días es lo que hoy entendemos por universidad.
Se escribía en columnas horizontales o verticales, de derecha a izquierda (preferiblemente) o de izquierda a derecha (menos veces) o de arriba a abajo. Como regla general, los mismos jeroglíficos dan la pauta para saber dónde comenzar a leer, ya que éstos miran hacia el lugar donde hay que empezar la lectura. Un hecho que no deja de ser curioso es que, a menudo, los símbolos gráficos que potencialmente pudieran ser peligrosos se "censuraban". Por ejemplo, a veces, encontramos que el equivalente a nuestra consonante "f", representada por una víbora cornuda, se dividía en dos, para que este animal venenoso no causara ningún mal o, si era posible, se sustituía por otro signo menos peligroso.
El hierático se utilizó a la vez que la grafía jeroglífica; se leía y se escribía de derecha a izquierda. Aunque también se usó para textos sagrados, generalmente, se empleó para asuntos laicos, es decir, aquellos relacionados con la administración, textos literarios, negocios, etc. Ésta consistía en una adaptación del jeroglífico, pudiendo decirse que fue la cursiva de los símbolos jeroglíficos. El Demótico se incorporó a partir de la Dinastía XXV y fue una escritura más popular, siendo una estilización de la anterior.
En época tardía, la escritura conoce una evolución peculiar: aparece la criptografía, escritura reservada a iniciados que permite una lectura superficial, más o menos al alcance de todos los lectores, y una segunda lectura, reconocible sólo por cierto grupo selecto (de sacerdotes), una elite. Se han reconocido textos criptográficos en inscripciones que van desde templos a escarabeos. Aunque defectuosamente conocida, la escritura criptográfica egipcia conoció un cierto desarrollo desde la Baja Época hasta el final del Egipto grecorromano.
El jeroglífico egipcio conoció un desarrollo autóctono en el reino de Meroe, en el que se usó (en dos vertientes, monumental y cursivo) para transcribir una lengua africana. Si en Meroe tuvo algún uso simbólico, nos es desconocido.
En el Antiguo Egipto existieron tres tipos de escritura: jeroglífica, hierática y demótica.
La jeroglífica fue utilizada desde la Dinastía I al Periodo Grecorromano y se empleaba para textos oficiales, funerarios y religiosos. Por ello aparece en tumbas, templos y papiros estructurada armónicamente, ya que la ubicación de sus símbolos y signos tenían una importancia vital para proporcionarles armonía y estética.
Como escritura sagrada, tenía un sentido mágico, a veces críptico. No estaba al alcance de toda la población, ni siquiera de la mayoría de los personajes más cultos, ni de todos los miembros del clero. Tuvo unos 7.000 signos a lo largo de la historia y una gramática compleja por lo que muy presumiblemente pudo ser del conocimiento de unos pocos y de aquellos que se iniciaban en "la Casa de la Vida", una especie de escuela localizada en los principales templos cuyo paralelo en nuestros días es lo que hoy entendemos por universidad.
Se escribía en columnas horizontales o verticales, de derecha a izquierda (preferiblemente) o de izquierda a derecha (menos veces) o de arriba a abajo. Como regla general, los mismos jeroglíficos dan la pauta para saber dónde comenzar a leer, ya que éstos miran hacia el lugar donde hay que empezar la lectura. Un hecho que no deja de ser curioso es que, a menudo, los símbolos gráficos que potencialmente pudieran ser peligrosos se "censuraban". Por ejemplo, a veces, encontramos que el equivalente a nuestra consonante "f", representada por una víbora cornuda, se dividía en dos, para que este animal venenoso no causara ningún mal o, si era posible, se sustituía por otro signo menos peligroso.
El hierático se utilizó a la vez que la grafía jeroglífica; se leía y se escribía de derecha a izquierda. Aunque también se usó para textos sagrados, generalmente, se empleó para asuntos laicos, es decir, aquellos relacionados con la administración, textos literarios, negocios, etc. Ésta consistía en una adaptación del jeroglífico, pudiendo decirse que fue la cursiva de los símbolos jeroglíficos. El Demótico se incorporó a partir de la Dinastía XXV y fue una escritura más popular, siendo una estilización de la anterior.
En época tardía, la escritura conoce una evolución peculiar: aparece la criptografía, escritura reservada a iniciados que permite una lectura superficial, más o menos al alcance de todos los lectores, y una segunda lectura, reconocible sólo por cierto grupo selecto (de sacerdotes), una elite. Se han reconocido textos criptográficos en inscripciones que van desde templos a escarabeos. Aunque defectuosamente conocida, la escritura criptográfica egipcia conoció un cierto desarrollo desde la Baja Época hasta el final del Egipto grecorromano.
El jeroglífico egipcio conoció un desarrollo autóctono en el reino de Meroe, en el que se usó (en dos vertientes, monumental y cursivo) para transcribir una lengua africana. Si en Meroe tuvo algún uso simbólico, nos es desconocido.
ESFINGE
Esfinge es una palabra de origen griego que en Egipto se empleó para definir a una divinidad masculina con cuerpo de león y cabeza humana, en lugar de femenina, como ocurre en el mundo heleno. No obstante muy esporádicamente algunas presentan la cabeza de una mujer como ocurre con Mutnedyemet y Nefertiti. Los antiguos egipcios la denominaron Sheps-anj, que significaba "Imagen viviente".
Aglutinaba en su personalidad la unión entre las cualidades humanas y la fuerza, potencia, poder y fiereza del león. Estaba identificado con conceptos de defensa y vigilancia.
Muchas fueron las figuras de esfinges que representaron los egipcios, tanto en bulto redondo como en relieves. De todas ellas destaca, por su antigüedad, la Gran Esfinge de Guiza, de la dinastía IV atribuida al rey Jafra (Kefren).
En el Reino Nuevo, algunos dioses, como por ejemplo Amón, tomaron para sí esta iconografía presentándose con cuerpo de león y cabeza de carnero.
Aglutinaba en su personalidad la unión entre las cualidades humanas y la fuerza, potencia, poder y fiereza del león. Estaba identificado con conceptos de defensa y vigilancia.
Muchas fueron las figuras de esfinges que representaron los egipcios, tanto en bulto redondo como en relieves. De todas ellas destaca, por su antigüedad, la Gran Esfinge de Guiza, de la dinastía IV atribuida al rey Jafra (Kefren).
En el Reino Nuevo, algunos dioses, como por ejemplo Amón, tomaron para sí esta iconografía presentándose con cuerpo de león y cabeza de carnero.
ESPEJO
Los espejos en Egipto estuvieron ligados al culto de la diosa Hathor que, generalmente, se encuentra representada en el mango.
Estaban formados por superficies circulares de metal pulido con un mango elaborado que, dependiendo de los casos, podía llevar sólo a la ya mencionada diosa Hathor o incluir a otras deidades como Horus, Bes o Bastet o elementos vegetales como el loto o sirvientes.
Tradicionalmente, en el mundo antiguo, tenían la propiedad de mantener alejados a los genios y seres malignos y quizá este simbolismo también pueda aplicarse al Antiguo Egipto. Además están asociados a la belleza y, en este caso, su función solar está íntimamente unida a la de belleza en la diosa Hathor.
Por su forma circular y pulida se pusieron en relación con el Sol. Durante el Periodo Ptolemaico y romano en los templos egipcios se hacía la ofrenda de dos espejos mediante los cuales se conseguía el buen funcionamiento del ciclo del Sol y de la Luna relacionándolos, por supuesto, con Hathor y Nut, en cuanto a que estas diosas, en determinadas leyendas, eran las esposas del astro. La primera se entendía como el "disco femenino", deidad que al mirarse en su superficie conseguía la buena marcha del ciclo solar. Es decir, en el espejo el Sol y la Luna estaban unidos, sus rayos permanecían juntos en un perfecto hermanamiento. Así en opinión de Poo (1993) se lograba una metáfora de ambos astros (el Sol y la Luna), ya que en la presentación de estas ofrendas era frecuente que uno de los espejos fuera de oro (el Sol) y el otro de plata (la Luna). Igual simbolismo tenía la presentación de dos Ojos Udyat.
Estaban formados por superficies circulares de metal pulido con un mango elaborado que, dependiendo de los casos, podía llevar sólo a la ya mencionada diosa Hathor o incluir a otras deidades como Horus, Bes o Bastet o elementos vegetales como el loto o sirvientes.
Tradicionalmente, en el mundo antiguo, tenían la propiedad de mantener alejados a los genios y seres malignos y quizá este simbolismo también pueda aplicarse al Antiguo Egipto. Además están asociados a la belleza y, en este caso, su función solar está íntimamente unida a la de belleza en la diosa Hathor.
Por su forma circular y pulida se pusieron en relación con el Sol. Durante el Periodo Ptolemaico y romano en los templos egipcios se hacía la ofrenda de dos espejos mediante los cuales se conseguía el buen funcionamiento del ciclo del Sol y de la Luna relacionándolos, por supuesto, con Hathor y Nut, en cuanto a que estas diosas, en determinadas leyendas, eran las esposas del astro. La primera se entendía como el "disco femenino", deidad que al mirarse en su superficie conseguía la buena marcha del ciclo solar. Es decir, en el espejo el Sol y la Luna estaban unidos, sus rayos permanecían juntos en un perfecto hermanamiento. Así en opinión de Poo (1993) se lograba una metáfora de ambos astros (el Sol y la Luna), ya que en la presentación de estas ofrendas era frecuente que uno de los espejos fuera de oro (el Sol) y el otro de plata (la Luna). Igual simbolismo tenía la presentación de dos Ojos Udyat.
ESTANDARTE
Los estandartes eran unos soportes verticales en cuyo extremo superior había un trasvesaño horizontal del cual colgaba algún motivo vegetal que no siempre ha sido bien identificado. Sobre esta estructura se situaron árboles, insignias, animales y toda clase de fetiches , algunos de los cuales no han podido determinarse pero que, sin duda, fueron venerados desde la Prehistoria hasta el fin del Egipto Faraónico, primero en los distintos poblados y más tarde en los nomos o distritos del Egipto unificado. También podían estar colocados sobre el signo que servía para designar el distrito territorial figurando del modo siguiente
Cada uno de ellos era el protector de un primitivo grupo humano, sin que podamos adivinar cuál fue el motivo para llevar a esferas divinas determinadas insignias tan simbólicamente valiosas como para que permanecieran a lo largo de toda la historia egipcia. Los estandartes, junto a sus fetiches fueron verdaderos talismanes, vínculos entre un grupo humano o un poblado, con ciertos árboles, animales, plantas u objetos, que recibieron toda clase de atenciones y culto, como queda demostrado, por ejemplo, por aquel que representa lo que más tarde se interpretará como la cabeza o reliquia sagrada que contenía la cabeza del dios Osiris.
En el Antiguo Egipto los estandartes se documentan desde las primeras representaciones conocidas. Aparecen en antiguas etiquetas, sellos, paletas y cabezas de maza, por lo que su origen hay que buscarlo en remotos fetiches que tenían un poder especial. Eran dioses o espíritus sobrenaturales que protegían a la comunidad y que estaban presentes en las distintas ceremonias religiosas encabezándolas.
Cada uno de ellos era el protector de un primitivo grupo humano, sin que podamos adivinar cuál fue el motivo para llevar a esferas divinas determinadas insignias tan simbólicamente valiosas como para que permanecieran a lo largo de toda la historia egipcia. Los estandartes, junto a sus fetiches fueron verdaderos talismanes, vínculos entre un grupo humano o un poblado, con ciertos árboles, animales, plantas u objetos, que recibieron toda clase de atenciones y culto, como queda demostrado, por ejemplo, por aquel que representa lo que más tarde se interpretará como la cabeza o reliquia sagrada que contenía la cabeza del dios Osiris.
En el Antiguo Egipto los estandartes se documentan desde las primeras representaciones conocidas. Aparecen en antiguas etiquetas, sellos, paletas y cabezas de maza, por lo que su origen hay que buscarlo en remotos fetiches que tenían un poder especial. Eran dioses o espíritus sobrenaturales que protegían a la comunidad y que estaban presentes en las distintas ceremonias religiosas encabezándolas.
ESTELA DE FALSA PUERTA
La Estela de Falsa Puerta fue un elemento arquitectónico de madera o piedra relacionado con la vida póstuma del difunto y, en el Reino Antiguo, pudieron ser la imitación de otras más arcaicas, hechas con elementos vegetales. Se trata de una puerta simulada, cubierta con jeroglíficos e imágenes del fallecido, que se colocaba en los enterramientos o en los templos funerarios orientada al Oeste. Ante ella se colocaban las mesas de ofrendas con la comida, es decir, los alimentos y la bebida con los que el difunto debía nutrirse, y por ella el Ba del fallecido podía mantener un contacto entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
Sobre su superficie se hacían inscribir textos jeroglíficos mágicos donde se recogían fórmulas de alimentación, los títulos del fallecido y se dejaba constancia de las vituallas que el rey directamente entregaba al difunto, los cuales por la magia de la palabra se hacían realidad cuando pudiera necesitarlos. También se hacía representar al difunto ante una mesa de ofrendas grabada en la parte alta de la misma.
Sobre su superficie se hacían inscribir textos jeroglíficos mágicos donde se recogían fórmulas de alimentación, los títulos del fallecido y se dejaba constancia de las vituallas que el rey directamente entregaba al difunto, los cuales por la magia de la palabra se hacían realidad cuando pudiera necesitarlos. También se hacía representar al difunto ante una mesa de ofrendas grabada en la parte alta de la misma.
1.- Títulos y nombre del difunto 2.- Fórmula funeraria. 3.- El difunto ante la mesa de ofrendas. 4.- Retrato del difunto y portadoras de ofrendas. 5.- Puerta figurada. |
ESTELA Y BUSTO DE ANCESTRO
Durante el Reino Nuevo y, sobre todo, en el área de Deir el-Medina (Tebas), todos aquellos personajes que en vida habían destacado sobre los demás eran, en cierto modo, sacralizados y como tales se les adoraba y se les hacía representar en forma de estela acompañada de un texto jeroglífico, o en busto/estatua anepigráfico policromado de arenisca, piedra caliza, barro o madera. Éstos últimos tenían una cabeza trabajada en detalle, pero sin rasgos personalizados, solían llevar una peluca tripartita, mientras que el cuerpo era prácticamente un esbozo, adornado con una flor de loto en el cuello o un collar. Da la sensación de que los personajes estaban arrodillados o sentados sobre sus propias piernas. Aunque no siempre, podían llevar en la parte frontal una inscripción jeroglífica. Los bustos tenían distintos tamaños (de 10 a 25 centímetros). En el caso de las estelas en todas ellas el difunto se denomina Aj iker en Ra, o lo que es lo mismo "Espíritu excelente de Ra".
Las estelas parecen tener idéntico simbolismo; en ellas el difunto suele aparecer sentado oliendo una flor de loto. Ante él, una mesa repleta de alimentos o un personaje hace ofrendas al fallecido. Su tamaño varía de 9 a 50 centímetros. Aunque la mayor parte de ellas distinguen a personajes de sexo masculino, existen algunos ejemplos donde la representada es una mujer.
Los bustos se colocaban en las casas, en una especie de capillas o nichos colocados en la pared de la primera y segunda habitación, y se les elevaban rezos y ofrendas. A ellos se les presentaban cartas de queja y oraciones con la esperanza de que, al representar a un pariente difunto y divinizado, asociado al dios del Sol, actuara en favor del demandante solucionando el motivo de su desazón y atendiendo sus peticiones.
Nos encontramos, sin duda, ante una forma local del arraigado culto a los ancestros y una representación del Aj (*).
Algunos ejemplos hallados fuera del área de la ciudad de Deir el-Medina se han localizado en localidades ubicadas entre el Delta y la Tercera Catarata, aunque su número, realmente, no es significativo.
Las estelas parecen tener idéntico simbolismo; en ellas el difunto suele aparecer sentado oliendo una flor de loto. Ante él, una mesa repleta de alimentos o un personaje hace ofrendas al fallecido. Su tamaño varía de 9 a 50 centímetros. Aunque la mayor parte de ellas distinguen a personajes de sexo masculino, existen algunos ejemplos donde la representada es una mujer.
Los bustos se colocaban en las casas, en una especie de capillas o nichos colocados en la pared de la primera y segunda habitación, y se les elevaban rezos y ofrendas. A ellos se les presentaban cartas de queja y oraciones con la esperanza de que, al representar a un pariente difunto y divinizado, asociado al dios del Sol, actuara en favor del demandante solucionando el motivo de su desazón y atendiendo sus peticiones.
Nos encontramos, sin duda, ante una forma local del arraigado culto a los ancestros y una representación del Aj (*).
Algunos ejemplos hallados fuera del área de la ciudad de Deir el-Medina se han localizado en localidades ubicadas entre el Delta y la Tercera Catarata, aunque su número, realmente, no es significativo.
ESTRELLA
El egipcio antiguo entendió que las estrellas eran las "almas" de sus difuntos que, tras acontecer la muerte, habían pasado a vivir a la esfera divina. Así el mayor deseo era convertirse en un astro circumpolar que nunca desaparece, es decir, se buscó la elevación hacia el principio, la conversión en el orden cósmico, la permanencia a través de la eternidad. Por ello, las estrellas eran los habitantes del Más Allá y fueron convirtiéndose en los seguidores del dios Osiris.
La concepción estelar fue trascendental en el comienzo de la historia egipcia; de hecho, basándose en esta idea se orientaron las entradas de la primeras pirámides y los templos funerarios. Más tarde se produjo el auge del culto solar y aunque el estelar no se olvidó dejó de ser el preponderante.
Algunas estrellas y algunas constelaciones se relacionaron con determinados dioses. Así Osiris era la constelación que hoy conocemos por Orión (la Sah de los egipcios). Isis era la estrella Sirio (la Sopdet egipcia y la Sothis griega), cuya aparición marcaba el comienzo de la crecida.
Sothis, como representante de Isis, aparece en el cielo en el amanecer y es la más brillante cuando se acerca el solsticio de verano. Ella era la que marcaba la crecida beneficiosa que puntualmente debía llegar a Egipto en cada ciclo anual y, además, también marcaba el comienzo del año egipcio. Esta fiesta era muy importante y requería una gran cantidad de ritos mágicos para conjurar la partida de un año "viejo" y celebrar la llegada de uno nuevo, renovado. Era por tanto un momento delicado ya que todas las fuerzas mágicas estaban en movimiento.
Siguiendo con la identificación del difunto con las estrellas encontramos que éste no sólo se conforma con ser estrella circumpolar, sino que insiste en relacionarse con Orión, cosa completamente lógica si tenemos en cuenta que los egipcios al morir se convertían en un Osiris.
Otra concepción paralela era aquella que presenta al cielo como una mujer arqueada (Nut) que devoraba a sus hijas las estrellas durante el día y que al anochecer les daba a luz.
Sobre los monumentos egipcios las estrellas se representaban en los techos de las tumbas y santuarios. Estaban formadas por cinco puntas y podían presentarse como tal o formando constelaciones..
El uso de las estrellas como ornamento se constata a través de los sacerdotes de la ciudad de Heliópolis que las llevaban incrustadas en la piel de felino a modo de indumentaria específica y con un sentido mágico-religioso especial.
Otro lugar donde los egipcios vieron la imagen de estos astros fue en el lapislázuli. Esta piedra es de color azul pero está moteada con inclusiones de pirita de hierro, las cuales se relacionaron con las estrellas del cielo; además, el color azul oscuro del lapislázuli, estaba identificado con el cielo nocturno.
Para los egipcios fue muy importante la interpretación de los sueños y la realización de actos mágicos. En ambos casos era imprescindible la consulta a las estrellas y esta consulta concernía no solo a los vivos, sino también a los muertos.
La concepción estelar fue trascendental en el comienzo de la historia egipcia; de hecho, basándose en esta idea se orientaron las entradas de la primeras pirámides y los templos funerarios. Más tarde se produjo el auge del culto solar y aunque el estelar no se olvidó dejó de ser el preponderante.
Algunas estrellas y algunas constelaciones se relacionaron con determinados dioses. Así Osiris era la constelación que hoy conocemos por Orión (la Sah de los egipcios). Isis era la estrella Sirio (la Sopdet egipcia y la Sothis griega), cuya aparición marcaba el comienzo de la crecida.
Sothis, como representante de Isis, aparece en el cielo en el amanecer y es la más brillante cuando se acerca el solsticio de verano. Ella era la que marcaba la crecida beneficiosa que puntualmente debía llegar a Egipto en cada ciclo anual y, además, también marcaba el comienzo del año egipcio. Esta fiesta era muy importante y requería una gran cantidad de ritos mágicos para conjurar la partida de un año "viejo" y celebrar la llegada de uno nuevo, renovado. Era por tanto un momento delicado ya que todas las fuerzas mágicas estaban en movimiento.
Siguiendo con la identificación del difunto con las estrellas encontramos que éste no sólo se conforma con ser estrella circumpolar, sino que insiste en relacionarse con Orión, cosa completamente lógica si tenemos en cuenta que los egipcios al morir se convertían en un Osiris.
Otra concepción paralela era aquella que presenta al cielo como una mujer arqueada (Nut) que devoraba a sus hijas las estrellas durante el día y que al anochecer les daba a luz.
Sobre los monumentos egipcios las estrellas se representaban en los techos de las tumbas y santuarios. Estaban formadas por cinco puntas y podían presentarse como tal o formando constelaciones..
El uso de las estrellas como ornamento se constata a través de los sacerdotes de la ciudad de Heliópolis que las llevaban incrustadas en la piel de felino a modo de indumentaria específica y con un sentido mágico-religioso especial.
Otro lugar donde los egipcios vieron la imagen de estos astros fue en el lapislázuli. Esta piedra es de color azul pero está moteada con inclusiones de pirita de hierro, las cuales se relacionaron con las estrellas del cielo; además, el color azul oscuro del lapislázuli, estaba identificado con el cielo nocturno.
Para los egipcios fue muy importante la interpretación de los sueños y la realización de actos mágicos. En ambos casos era imprescindible la consulta a las estrellas y esta consulta concernía no solo a los vivos, sino también a los muertos.
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