lunes, 3 de diciembre de 2012

Bep Gororoti: el joven que vino de las estrellas

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http://www.masalladelaciencia.es/ovnis/223-bep-gororoti-el-joven-que-vino-de-las-estrellas

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En ocasiones, las leyendas de los pueblos más primitivos remiten a hechos reales cuya huella se ha perdido con el paso del tiempo. ¿Es eso lo que ocurre con el mito de los seres que proceden de las estrellas? Los indios kayapós de Brasil y su Beb Gororoti podrían tener la respuesta a esta incógnita. MÁS ALLÁ ha estado con ellos y con el indigenista João Américo Peret (en la foto), responsable de que el mítico “astronauta” de los kayapós se hiciera famoso en el mundo entero.

E ntre los pocos indios kayapós que viven en la región del Alto Xingú, en el estado amazónico brasileño de Pará, aún se cuenta una extraordinaria leyenda. En un pasado remoto, en una lejana estrella, los indios que allí habitaban se reunieron para decidir dónde iban a trasladar su aldea. Y se les ocurrió escarbar un agujero muy profundo en la tierra. Tan profundo era que comunicaba con el otro lado de su mundo. El jefe o cacique de la tribu se introdujo en el hoyo y tras una larga y fría noche llegó a nuestro planeta, la Tierra.
Pero su permanencia en él duró muy poco, pues las fuertes ráfagas que asolaban aquel nuevo mundo lo devolvieron a su aldea. Ante sus semejantes contó que había visto una tierra distinta, con muchos árboles y plantas, además de animales distintos. Era un bello lugar para vivir y convenció a los suyos para mudarse hasta aquel sitio, cuyo cielo era azul.
Para emprender el largo viaje con más seguridad, los nativos hicieron cuerdas trenzadas con fibras de algodón que arrojaron por el profundo agujero. Poco a poco fueron descendiendo hasta la Tierra. Por seguridad, nunca desataron las largas sogas por si un día necesitaban volver a su mundo natal. Sin embargo, en una ocasión un malvado brujo cortó aquella especie de cordón umbilical y privó a los emigrantes, llamados kayapós, de la posibilidad de retornar a su tierra.
Una rama de los kayapós, los men-bengôkré, relatan otra leyenda curiosa a partir de la celebración de un ritual (el Eng-Ób) en homenaje a un héroe mítico: Bep Kororoti o Bep Gororoti. Vino a nuestro planeta en una estrella, según algunas versiones, o en una canoa voladora, según otras. El ente posó su vehículo sobre la cascada de Tipôtikré, situada en una montaña entre dos afluentes del río Xingu, en el sur del actual estado amazónico de Pará.
La llegada de Bep Gororoti no estuvo exenta de curiosidad. Aquella noche, un grupo de men-bengôkré estaban acampados en la sierra de Pukatôti, donde solían cazar. Les aterró el hecho de que una de las montañas se cubriera de niebla y de que de ella salieran misteriosos estruendos seguidos de relámpagos. Momentos antes una especie de estrella u objeto luminoso había cruzado el cielo y caído, aparentemente, en la sierra.
Los prudentes cazadores esperaron al amanecer para acercarse a la montaña misteriosa. En medio de la densa niebla apareció una criatura con aspecto humano, es decir, con brazos y piernas, que les amedrentó. Tenía un solo ojo y carecía de boca y de nariz. Completamente calvo, el horrible ser sujetaba una especie de vara que agitaba frenéticamente en el aire. Y cada vez que apuntaba con ella a cualquier objeto, ya fuera una piedra o un árbol, este se desintegraba. Más tarde descubrirían el nombre de aquella arma tan destructiva: kóp.
Los indios intentaron capturar a la criatura, pero era imposible: se deshacía de ellos y al mínimo roce les provocaba calambres tan fuertes que perdían el conocimiento. No tardaron mucho en percibir que el monstruo no quería matarlos, pero parecía divertirse con la actitud de los nativos. Estos tuvieron que acostumbrarse a la existencia del extraño, al que de vez en cuando veían deambular por los caminos de la sierra.
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