miércoles, 21 de septiembre de 2011

AQUAE

El pensamiento humano, las palabras, la música, las etiquetas en los envases, influyen sobre el agua y ésta cambia a mejor absolutamente. Si el agua lo hace, nosotros que somos 70-80% agua deberíamos comportarnos igual.  


La prueba que aporta Emoto, para convencer a las personas, es la superior belleza de los cristales de hielo extraídos de agua "tratada" frente a la baja belleza de los de agua "no tratada" en sus experimentos. Los creyentes en el Sr. Emoto, por tanto, aceptan que mentalmente o por la palabra se puede influir en la estructura o propiedades de una sustancia química como el agua. Y que dicha influencia (extraordinariamente positiva) pasaría del agua al cuerpo humano posteriormente al ingerirla. La teoría contiene otras afirmaciones discutidas, como que materias como el arroz (y en general las materias orgánicas inanimadas) se comportan de la misma manera descrita para el agua y que las maneras de inducir estos cambios abarcan más posibilidades.

Los experimentos del Sr. Emoto consisten en exponer agua en recipientes a diferentes palabras, dibujos o música y entonces congelarla y examinar la estetica de los cristales resultantes mediante fotografías microscópicas
La controversia entre la ciencia y Emoto reside en que la ciencia no ve ningún mecanismo conocido ni hipotético para que esto suceda, no ha recibido ninguna prueba científica a favor, pero sí múltiples en contra, y por tanto considera esa afirmación, y derivadas, como falsas. La ciencia contesta que "El agua no es influenciada en manera alguna por el pensamiento humano, la música o las palabras escritas en sus envases y no cambia en absoluto como respuesta a esas posibles influencias". Demostrar científicamente la teoría de Emoto implicaría que algunas bases de teorías probadas por innumerables pruebas experimentales replicadas por múltiples investigadores, como la Física y la Química modernas, son erróneas y están incompletas.
Concretamente, según Emoto, dos envases de cristal iguales, conteniendo arroz o agua de una misma procedencia, a los que se le escriban la palabra "paz","gracias" o "guerra","idiota" en su exterior se comportarán al cabo de un tiempo de manera distinta. Cambiarán por ello. En el agua los cristales de hielo obtenidos del bote "bien tratado" serán bellos y los cristales del bote "mal tratado" serán feos. Si es arroz, el bote de arroz "mal tratado" degenerará (se pudrirá o perderá sabor o ennegrecerá, ...) y el otro no lo hará.
Se ha demostrado que en muestras de agua congelada como las descritas o en un montón de nieve natural del tamaño de una gota hay muchos cristales, no sólo unos pocos o uno nada más, y que la búsqueda desplazando la cabeza del microscopio puede producir tanto un grupo de fotos de cristales regulares y bellos como de cristales irregulares o amorfos. La creación de cristales de agua esta dirigida por diversas leyes físicas conocidas por diversos estudios al respecto, pero la más mínima variación en valores puntuales de humedad, temperatura, vibración, y sus gradientes en el tiempo, lleva a cristales distintos. La propia física predice la aparición de infinitas formas distintas de cristales en muestras como las creadas, sin que para ello sea necesario nada mas. Esta realidad demostrable que permite en la práctica tanto obtener cristales bonitos o cristales feos, de la misma muestra, sea cual sea esta, por elección voluntaria del observador, en el mismo instante, es una de las explicaciones aportadas por la ciencia para explicar los resultados propuestos. Emoto ha manifestado en su blog que "nunca ha sacado una fotografía ni ha entrado en el congelador donde se realizan por no aguantar el frio" y que deja todo ese trabajo a sus colaboradores.
Se propone un ejemplo, perfectamente integrado en su teoría, y que Emoto mismo podría plantear, que muestra las enormes implicaciones de aceptarla como cierta sin pruebas concluyentes. Si usasemos para el experimento el vino usado en el sacramento católico de la eucarístia en vez de agua. La Iglesia dice que "el vino se convierte en la sangre de Cristo" en sentido figurado, simbólico, sin cambiar ni física ni químicamente, en una recreación del evento de la ultima cena. Emoto, al contrario, dice que el vino ha cambiado realmente y mediante la obtención de cristales del estado anterior y posterior a la consagración puede demostrar que el vino ha experimentado "variación en sus propiedades". Esto, inevitablemente, implicaría diversas conclusiones en las personas que creyeran probado el cambio. Un ejemplo menos llamativo de exactamente la misma idea, pero que no involucrase la religión, podría ser poner a dos botellas del mismo vino o de cualquier marca de agua una etiqueta de papel con palabras amables o no amables escritas en la misma y demostrar posteriormente, usando cristales de vino o de agua congelada, que el vino o el agua se ha "modificado" en virtud de ese tratamiento.
El sesgo cognitivo puede llevar fácilmente a malinterpretar los datos. Si la persona que toma las fotografías o la que evalúa su belleza sabe qué muestras de agua estuvieron expuestas a qué mensajes, sus emociones pueden distorsionar su elección. Este sesgo puede reducirse mediante experimentos de doble ciego. Mediante este método tanto el fotógrafo como quien examina la foto desempeñan su trabajo sin saber qué muestra estuvo expuesta a qué mensaje. Un experimento correctamente conducido requeriría comparar una muestra con otra muestra tratada idénticamente de todas las formas excepto de una. Si las muestras resultan ser diferentes, entonces sería posible atribuir la diferencia en los resultados a una diferencia en el tratamiento. Pero si hay múltiples diferencias en la forma en que se tratan las muestras entonces puede ser imposible determinar a partir del experimento si fue la exposición a los mensajes u otros factores los que causaron las diferencias en las muestras.
Emoto ha recibido críticas por no aplicar suficientes controles a sus experimientos y por no compartir suficientes detalles con la comunidad científica. Además, Emoto ha sido criticado por diseñar sus experimentos de forma que sea posible que el error humano influya en los descubrimientos.
En el trabajo diario del grupo, preferir la creatividad de los fotógrafos al rigor experimental es una política explícita de Emoto, quien reconoce que no es un científico y los fotógrafos reciben instrucciones de obtener las fotografías más placenteras.

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